Lo invisible a mis ojos

Una de las peores cosas que puede sucederme, es despertar y no verte a mi lado. 

Luego mi día se complica cuando voy a la cocina y el café no está preparado. 

¿Y la camisa? ¡No está planchada!

En verdad siento que a medida que pasan los minutos la rabia se apodera de mi y no sé que llegue a suceder cuando abra la puerta y salga al trabajo y no estés allí para darme un beso. 

Espero que no suceda como el otro día, que terminé insultando al chico de la gasolinera solo porque me dio cambio en monedas. ¿Qué esperaba acaso?, si es que ya no existe billete de tal denominación.

¿Y porque me sucedió eso? ¿Acaso te lo preguntaste?

¡No! Que diablos ibas a preguntártelo, si nisiquiera estabas cuando rregresé a casa ese día. Es que de sólo pensarlo me carcome la ira. 

Y ¿sabes qué es lo peor? 

Sí, eso sí que lo sabes. Justamente por eso fue que tomaste tus maletas, las llenaste con tu ropa y sin mirar atrás ni dijiste adiós. 

Lo peor es que cuando te tenía en mis brazos no te veía, eras invisible a mis ojos, intocable a mi tacto. Pero no eras tú… siempre fui yo. Con mis afanes y mi falta de tiempo, mis altibajos más altos en tono que tú dulce voz.

 Y sólo hoy, cuando tu ser invisible arribó a mi vida, es que comprendí que nunca te vi… Y que cada hora que pasa ahora si te veo,  sin poder tocarte en mis recuerdos,  sin poder oirte en mi cabeza.

Te veo… en cada esquina de nuestra casa, te veo… pero ya no puedo tocarte… Y la ira me carcome por dentro por no haberte visto en realidad y valorar tu presencia en mi vida cuando realmente estabas en ella. 

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